Más de treinta medicamentos contra el párkinson están en investigación

Redacción.- Ayer se celebró el Día Mundial del Párkinson, un trastorno degenerativo crónico producido por la destrucción de las neuronas dopaminérgicas, que actúan en el sistema nervioso central, es decir, en la transmisión de información necesaria para el correcto control de los movimientos. Los síntomas de la ausencia de niveles adecuados de dopamina son, entre otros, el temblor, la rigidez, la lentitud de movimiento y la inestabilidad postural.

Hace tres décadas que la levodopa llegó para mejorar los síntomas motores de estos pacientes, pero hoy la investigación se centra también en otros síntomas igual de invalidantes y en el diagnóstico precoz. Los tratamientos para la enfermedad de Parkinson introducidos en los últimos tiempos han reducido significativamente los síntomas relacionados con el deterioro de los sistemas motor, autonómico (cambios en la sudoración, alteraciones gastrointestinales), límbico (responsable de procesar emociones y conducta) y somatosensitivo (cuya función es producir estímulos tales como el tacto, la temperatura y el dolor).

Los medicamentos para personas con enfermedad de Parkinson han logrado mejoras en los síntomas motores y no motores, aunque queda por avanzar en la mejora de los efectos no deseados. En la actualidad, existen más de 30 medicamentos en investigación para la enfermedad de Parkinson en el mundo y sólo en España hay 69 ensayos clínicos en marcha.

Como señalan desde Farmaindustria, recientemente se han comercializado nuevos medicamentos y formas farmacéuticas para reducir los síntomas a largo plazo de la medicación y mejorar la adherencia al tratamiento, y se está investigando en otras opciones prometedoras. La innovación en esta patología no sólo está llegando de la mano de tratamientos disruptivos, sino que las compañías farmacéuticas (conscientes de lo dura y limitante que puede llegar a ser esta enfermedad) se están volcando en el desarrollo de innovaciones incrementales que contribuyan precisamente a esa reducción de los posibles efectos adversos o a facilitar el seguimiento y cumplimiento de los tratamientos que ya se han mostrado eficaces. Como por ejemplo los nuevos dispositivos que permiten avisar al paciente o cuidador de los momentos exactos de administración del tratamiento, por lo que la dosificación resulta más precisa. Además, permiten que el paciente informe al médico, de manera que el profesional puede seguir con más facilidad la evolución de la enfermedad.



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