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ICTUS
Dr. Bartolomé Beltrán.- La OMS cifra en 15 millones el número de personas que sufren un ictus cada año. Concretamente, en España esta enfermedad es la segunda causa de muerte, la primera entre mujeres, y afecta anualmente a unas 125.000 personas, de las cuales unas 80.000 fallecen o padecen una discapacidad. Cabe destacar que en la actualidad más de 300.000 españoles presentan alguna limitación en su capacidad funcional tras haber sufrido un ictus.
Según los resultados de dos estudios realizados en nuestro país y presentados en la última Reunión Anual de la Sociedad Española de Neurología, aún existe entre la población española desconocimiento sobre el ictus, no sólo a la hora de identificar las señales de aviso, sino también de cómo se debe actuar ante los primeros síntomas.
La enfermedad vascular cerebral o ictus es un trastorno circulatorio cerebral, de comienzo súbito, que ocasiona una alteración transitoria o definitiva del funcionamiento de una o varias partes del cerebro. Se trata de una urgencia médica que requiere un diagnóstico y tratamiento precoz, ya que si el paciente es atendido en las primeras horas la probabilidad de fallecer o quedar con una discapacidad grave se reduce a la mitad. Así, la llegada del paciente a un hospital en las primeras seis horas de comienzo del ictus es fundamental para reducir la morbimortalidad en un 25-30 por ciento. Les diré que la isquemia puede tardar varias horas en desarrollarse y este tiempo, denominado ventana terapéutica, es un momento clave para evitar o minimizar el daño cerebral.
Sabido esto, es un grave problema que un 63,5 por ciento de la población española no sea capaz de identificar ningún síntoma de ictus. Pero sepan que aproximadamente un 30 por ciento de los pacientes pueden tener síntomas previos llamados «ataques isquémicos transitorios» y que su identificación puede evitar un infarto cerebral posterior. Las señales de aviso más características son la pérdida de fuerza repentina de la cara, brazo o pierna de un lado del cuerpo; trastorno de la sensibilidad, sensación de “acorchamiento u hormigueo” en las mismas zonas; pérdida súbita de visión parcial o total en uno o ambos ojos; alteración repentina del habla; dolor de cabeza de intensidad inhabitual y sin causa aparente; y sensación de vértigo o desequilibrio.
En cuanto a los factores de riesgo, los datos reflejan que menos de un 50 por ciento de los encuestados pudo nombrar más de dos factores de riesgo, que se resumen son hipertensión arterial, enfermedades cardiacas, diabetes mellitus, aumento del colesterol, consumo de alcohol, tabacos o drogas, sedentarismo y obesidad.
En un 80 por ciento de los casos la causa del ictus es una alteración de la circulación por una interrupción del flujo sanguíneo a una parte del cerebro y en un 20 por ciento el origen es la rotura de una arteria o vena cerebral, causando una hemorragia y la consiguiente falta de aporte sanguíneo a esa zona del cerebro.
La incorporación de los Nuevos Anticoagulantes Orales (NACO’s) al arsenal terapéutico ha permitido llenar un vacío en el tratamiento y contar con un recurso más para controlar mejor las consecuencias de la fibrilación auricular y, por consiguiente, disminuir el riesgo de ictus de muchos pacientes. Se trata de una gran novedad que ha demostrado ser, al menos, tan eficaz como los anticoagulantes clásicos y que aporta mucha mayor seguridad.
Según se recoge en el Informe de Posicionamiento Terapéutico del Ministerio, los nuevos anticoagulantes orales estarían indicados en la prevención del ictus y la embolia sistémica en pacientes con fibrilación auricular no valvular, siendo especialmente recomendados en pacientes intolerantes a los fármacos antivitamina K o que no responden adecuadamente a este tratamiento, aquellos que ya han tenido un ictus y que presentan fibriliación auricular, o los que tienen un alto riesgo de sufrir una hemorragia intracraneal (como las personas de edad avanzada, los hipertensos).
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