Tal y como recoge Ribera, el doctor González, que en 2023 ya implantó el primer marcapasos sin cables, ha destacado las ventajas de la segunda generación de este tipo de dispositivos. Se trata de un marcapasos muy pequeño, unos 2,5 cm de longitud, similar al tamaño de dos uñas.
“Al eliminar la necesidad de cables o de “bolsillo” quirúrgico debajo de la piel, se evitan infecciones intravasculares, y posibles fuentes de complicaciones. Además, no se deja ninguna indicación visible del dispositivo”, explica.
La mayor duración de su batería es el gran desarrollo de este marcapasos, que permite alargar su vida útil, junto a la posibilidad de monitorizar en remoto la actividad y evolución del paciente en su día a día, en su domicilio.
“No podemos reprogramar el marcapasos, pero sí controlar si se produce alguna alteración importante en el corazón del paciente”, explica el doctor González. Además, este marcapasos cuenta con un algoritmo que optimiza la sincronización entre la aurícula y el ventrículo.