El CSIC busca desentrañar las proteínas más desconocidas del coronavirus

Redacción.- Un proyecto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) busca desentrañar las proteínas más desconocidas del coronavirus SARS-CoV-2, causante de la Covid-19. Son las denominadas proteínas desordenadas, que son más versátiles que las proteínas comunes y pueden interactuar con muchas de ellas. Por ello, tal y como recoge el CSIC, tienen una mayor influencia en las redes reguladoras que determinan la actividad de las células.

Mediante estas proteínas desordenadas, el virus tiene mayor capacidad de alterar las redes internas de las células que infecta. Conocer este tipo de proteínas puede servir para identificar nuevas formas de atacar al coronavirus para bloquear la infección.

Como estas proteínas desordenadas no son “visibles” por las técnicas habituales (cristalografía de rayos X o microscopía crioelectrónica), un equipo del Instituto de Química Física Rocasolano (IQFR-CSIC) utilizará la espectroscopía de resonancia magnética nuclear (RMN). El estudio se realizará en el Laboratorio Manuel Rico, que forma parte de la Infraestructura Científica Técnica Singular para RMN Biomolecular.

El proyecto está financiado por el ISCIII y el Ministerio de Ciencia e Innovación.

“Normalmente, las proteínas comunes adoptan una estructura rígida y bien definida que es esencial para su función biológica”, explica el investigador del CSIC Douglas V. Laurents, del IQFR-CSIC, que dirige el proyecto junto a su colega del mismo centro Miguel Mompeán. “Por ejemplo, una enzima es una proteína que tiene un «sitio activo» exquisitamente ordenado para catalizar reacciones bioquímicas. Es esta estructura tridimensional, este ordenamiento espacial de sus átomos, lo que permite que una enzima concreta lleve a cabo una reacción bioquímica y no otra. Los anticuerpos son también proteínas con estructuras bien definidas, en cuya superficie se produce el reconocimiento específico de los antígenos presentes en bacterias o virus. Esta visión de proteínas bien estructuradas asociadas con funciones concretas (“una estructura, una función”) dominó el campo hasta el cambio de siglo XX/XXI”, añade Mompeán.

El investigador explica que, en los últimos veinte años ha quedado claro que existe otra clase importante de proteínas que están intrínsecamente desordenadas, que carecen de una estructura bien definida. Esta falta de estructura les otorga una mayor versatilidad, superando el problema de “una estructura, una función” y permitiendo la interacción con múltiples proteínas. Esto las convierte en elementos esenciales de las redes reguladoras en eucariotas (como las células humanas).



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