Dr. Jiménez-Alfaro: «No es un buen momento para el paciente con ojo seco»

Ignacio Jiménez-AlfaroRedacción.- El Dr. Ignacio Jiménez-Alfaro, jefe del Servicio de Oftalmología de la Fundación Jiménez Díaz de Madrid y coordinador de la Unidad de ojo seco habla en una entrevista en La Razón sobre su especialidad, el ojo seco.

Pregunta- ¿Qué es el ojo seco?

Respuesta- Es una enfermedad multifactorial de la superficie ocular que se caracteriza por una pérdida del equilibrio y la regulación de la película lagrimal, lo que se traduce en una inestabilidad y en una hiperosmolaridad (aumento de concentración) de la lágrima. Estos hechos causan inflamación y daño de la superficie ocular, y la aparición de síntomas oculares.

P- ¿Por qué se produce?

R- La película lagrimal está compuesta por tres capas. La más interna, que se adhiere a la córnea y permite distribuir sobre ella la capa acuosa, es la capa mucinosa, secretada por las células caliciformes de la conjuntiva. La siguiente es la acuosa, secretada por las glándulas lagrimales, y su función es la lubricación, limpieza y nutrición de la superficie ocular. La última y más externa es la lipídica, formada por las secreciones grasas de unas glándulas que desembocan en el borde del párpado (glándulas de Meibomio), y su función es estabilizar la película lagrimal e impedir su evaporación. El ojo seco se produce por alteraciones en la composición o producción de alguno de estos componentes. En la práctica clasificamos el ojo seco en acuodeficiente (cuando hay disminución del componente acuoso) y evaporativo (cuando hay una alteración cualitativa del componente lipídico). El 60% de los casos son evaporativos y el 20% acuodeficientes, teniendo el 20% restante una causa mixta.

P- ¿Cuáles son sus síntomas?

R- Incluyen sensación de arenilla, ardor, escozor, quemazón y enrojecimiento, y en ocasiones, dolor. También pueden experimentar visión borrosa que desaparece con el parpadeo. En general, suelen ser muy molestos y afectar tanto a las actividades cotidianas como a la calidad de vida.

P- Antes a penas oíamos hablar de este problema y ahora han creado una unidad específica… ¿Por qué ha crecido tanto su incidencia?

R- El ojo seco es una enfermedad frecuente sobre todo en la edad avanzada y en mujeres tras la menopausia. El aumento de la esperanza de vida trae consigo un incremento del número de casos. Pero como hemos comentado, el tipo más frecuente es el evaporativo, causado por un trastorno denominado disfunción de glándulas de Meibomio (DGM), que se traduce en una secreción cualitativamente anómala del componente lipídico que conlleva una mayor evaporación de la película lagrimal. Y este trastorno se agrava ante cualquier otra circunstancia añadida que pueda favorecer esa evaporación, como un ambiente seco y contaminado, el uso de calefacción y aire acondicionado, y el trabajo con pantallas. Sabemos que la frecuencia normal de parpadeo, de unas 15-20 veces por minuto, desciende a menos de cinco cuando fijamos nuestra atención en pantallas ya sean de ordenador, tabletas o móviles, lo que conlleva un incremento importante en la evaporación de la película lagrimal. Y todas esas circunstancias son propias de nuestro tiempo y nuestros ambientes.

P- ¿Cuánto ha aumentado en los últimos años?

R- Los estudios de incidencia y prevalencia son muy variables, en función de los criterios escogidos para su diagnóstico. En torno al 5% de las consultas de Oftalmología son por este motivo. Estimamos una prevalencia de entre un 15-30% en la población general, si bien estas cifras pueden ser mucho más altas en entornos urbanos como el nuestro. Si consideramos la población mayor de 40 años, la prevalencia se sitúa en algo más del 10%.

P- ¿Puede evitarse?

R- No podemos actuar sobre el envejecimiento o el sexo femenino, ni evitar la aparición de la DGM, ni las patologías que causan la deficiencia acuosa. Sí podemos controlar enfermedades desencadenantes o agravantes y tratamientos farmacológicos, modificar factores ambientales y laborales, instaurar hábitos saludables (dieta, higiene palpebral), y optimizar el uso de las lentes de contacto. Una adecuada selección de los pacientes que desean someterse a cirugía refractiva o cirugía estética de los párpados también evita muchos casos.

P- ¿Puede agravarse si coincide con otro tipo de patología?

R- El ojo seco puede ser una enfermedad autoinmune propia (síndrome de Sjogren) o acompañar a otras. Los tratamientos empleados en ansiedad, depresión, alergia, hipertensión, así como algunos antiinflamatorios, hormonales y oncológicos, pueden causar reducción de la producción lagrimal. Los conservantes de los colirios empleados en enfermedades oculares crónicas, en especial el glaucoma, también provocan o agravan la enfermedad.

P- ¿Está afectando el uso de mascarilla por la pandemia a agravar este problema?

R- Con motivo de la pandemia todo el mundo ha aumentado el número de horas que se encuentra frente a una pantalla, no solo por el teletrabajo. Pasamos más tiempo en casa y también nuestro ocio lo dedicamos a ver televisión. Todo ello incrementa la evaporación lagrimal y agrava el ojo seco evaporativo. Y el aire que escapa por la parte superior de la mascarilla también contribuye a resecar la superficie ocular. No es un buen momento para el paciente con ojo seco…

P- ¿Qué tratamiento tiene?

R- Depende de su gravedad. Lo primero es la identificación y corrección de los factores ya comentados. Y el pilar fundamental del tratamiento lo constituyen las lágrimas artificiales y la limpieza del borde de los párpados en los casos de DGM. En algunos casos es necesario recurrir a antiinflamatorios, antibióticos y a colirios elaborados a partir de la sangre del paciente, el suero autólogo. Y recientemente se han desarrollado tratamientos físicos, como la aplicación de luz pulsada, con elevadas tasas de éxito en los casos de DGM.

P- Se está investigando mucho en el tema. ¿Qué novedades están por llegar?

R- En estos últimos años ha existido un gran avance en el desarrollo de tratamientos farmacológicos, de equipos diagnósticos y de plataformas de tratamiento, como la estimulación o la expresión del borde palpebral, o la luz pulsada. El avance en estos tres aspectos continuará en estos próximos años.



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