P- ¿Las parejas repiten?
R- Sí. A mí me llamó la atención con respecto por ejemplo a Valencia. Aquí veo más el deseo de las parejas de tener una familia y ese mensaje cala. Allí, si les ha costado mucho tener un hijo, igual ya no van a tener un segundo, pero aquí lucharán por él. Incluso tengo bastantes pacientes que vienen a por un tercero y hasta un cuarto. En Valencia no recuerdo tener un paciente que viene a por un tercero.
P- ¿El porcentaje de éxito cada vez es más elevado debido al desarrollo de las técnicas existentes?
R- Este es uno de los grandes cambios. La tecnología nos ha permitido que cada año las tasas de embarazo mejoren y que no solo sean mejores las tasas globales, sino que las mujeres lo puedan conseguir en el primer intento. Disponemos ya de programas de garantía, y al final, para la gente que estamos trabajando en temas de fertilidad esto da mucha tranquilidad. Más allá del mensaje comercial o no, lo que se intenta decir a las pacientes es que hemos mejorado tanto las técnicas que somos capaces de poder garantizar los resultados. Tenemos tan claro que las tasas son superaltas que al final prácticamente todo el mundo tendrá descendencia, y a quienes no lo logren la clínica les devolverá el dinero gastado. Para las pacientes que se someten a estos procesos, que son muy duros emocionalmente, ofrecerles estas garantías le supone una gran tranquilidad, y eso se puede hacer, porque a día de hoy ya digo que las tasas de éxito son muy altas.
P- Hay un tema vidrioso: los vientres de alquiler, que aquí no son legales. ¿No habría que regularizar esto para que la gente no se vaya al extranjero y se genere una especie de tráfico?
R- Claramente. En España está prohibido y no se puede hacer. Nosotros como grupo, y yo como médico a nivel personal, lo que queremos es lo mejor para nuestros pacientes, y darles a cada uno lo que necesitan. Aquí surgen divisiones entre quienes piensan que esta práctica va en contra de los derechos de las mujeres, algo en lo que no voy a entrar, pero lo que tengo claro es que quiero lo mejor para mis pacientes. Obviamente, lo que no deseo es que por este bien una mujer sea explotada en cualquier país pobre, eso en absoluto. Eso sí, habrá que buscar una forma intermedia para que se pueda regular este asunto al mismo tiempo que se asegura que no existe explotación.
P- ¿Se pueden delimitar los casos para que no haya dinero por medio?
R- Podría ser. Por ejemplo, si se pudiera hacer entre hermanas, donde nunca se va a producir una explotación porque todo se hace por amor; o entre familiares de primer grado, o entre amigas, y así asegurarnos de que no hay una parte económica en juego, pero pienso que se tiene que regular y legislar para que exista esa opción, porque de lo contrario, esas parejas lo buscarán en otros países, donde se acabará explotando a otras mujeres. Se producirá lo que queríamos evitar, y precisamente por prohibirlo aquí. Hagamos una buena normativa donde se explicite que no se explotará a la mujer, y a partir de ahí que sea algo que se pueda ofrecer, porque si no la gente se irá a otros países.
P- La fecundación in vitro en ocasiones se asocia a parejas homosexuales, pero, ¿el perfil es más general?
R- Es una medicina reproductiva para ayudar a cualquier persona a crear una familia. Habrá gente que está enferma (con trompas obstruidas, semen alterado€) pero estamos para ayudar a cumplir el deseo de ser madres y padres a cualquier tipo de parejas. Aquí entran las de lesbianas y las mujeres solas, que de otra forma no podrían acceder a la maternidad. Por el momento, a quien no podemos ayudar, porque no están permitidos los vientres de alquiler, es a las parejas de gays, para quienes si tuviéramos esos vientres de alquiler habría otra opción. Al final, lo que damos son herramientas a parejas de cualquier tipo que quieran ser padres o madres.
P- ¿Abogaría por la selección de embriones para evitar enfermedades genéticas?
R- Como médico, todo lo que pueda hacer por evitar enfermedades a un niño que la van a sufrir él y la familia, me parece bien siempre que tengamos las herramientas científicas y médicas que puedan evitarlas. Por eso soy partidario. Tenemos técnicas actualmente, como el diagnóstico genético preimplantatorio, que te permite analizar los embriones antes de transferirlos y puedes saber si es un síndrome de Down, una mutación de una enfermedad monogénica, o lo que sea, y poder evitar tener un hijo enfermo. A veces nos llegan parejas que han tenido un hijo enfermo, que a raíz de eso se han enterado de que son portadoras de una mutación y lo que desean es evitar que el segundo hijo sufra lo mismo que el primero. También tenemos el test de incompatibilidad genética, prueba que consiste en hacer una analítica de sangre para saber qué mutaciones tiene una persona y evitarle cuando se junte con otra que tiene la misma mutación que se sufra la misma enfermedad.