Del Val: “Las personas que ya han pasado la Covid-19 también deben vacunarse”

Margarita del ValRedacción.- La viróloga Margarita del Val no tiene dudas: empezamos 2021 con lo que para ella es la cuarta ola –no la tercera– de la pandemia. El escenario es complejo y las cifras de contagios y hospitalizaciones van al alza. Sin embargo, el comienzo del programa de vacunación nos sitúa en “el principio del fin”.

A continuación parte de la entrevista del CSIC:

Pregunta.-Después de muchos meses de pandemia, ¿cómo describiría el momento actual desde el punto de vista epidemiológico? El comienzo del programa de vacunación es esperanzador, pero estas Navidades han confluido varios factores adversos.

Respuesta.- Estamos en el peor momento en cuanto a contagios porque han sido fechas de muchos contactos sociales a los que no estamos renunciando. Además, las bajas temperaturas hacen que realicemos muchas actividades en interior, y eso aumenta el riesgo de transmisión de virus respiratorios. Con este coronavirus en particular se ha cuantificado que el riesgo respecto a número de brotes y personas contagiadas es unas 10 veces superior en interiores mal ventilados que al aire libre. Eso es muchísimo. Casi todos los interiores están mal ventilados, salvo si son recintos muy grandes con poca gente. Los aforos están calculados para que haya una distancia de 1,5-2 metros entre personas, pero no se ha tenido en cuenta la ventilación.

P.- A pesar de todo, la llegada de las vacunas ha arrojado un poco de luz.

R.- Sí. Las vacunas de Pfizer y Moderna, que acaba de ser autorizada por la Unión Europea, son muy parecidas. Las dos son seguras y eficaces, lo que nos permite decir que a muchos meses vista la pandemia irá remitiendo. Ahora se va a vacunar a los sanitarios de primera línea y a todas las personas de las residencias de ancianos. Pero ahí solo está alrededor del 3% de toda la población mayor de 65 años española. Si vamos a vacunar al 3% de aquí a Semana Santa, habrá pandemia para rato, salvo que Moderna fabrique muchas vacunas, Pfizer acelere la producción y además baje la demanda en el resto del mundo. Si no, esto irá con cuentagotas.

P.- ¿Cuáles son los beneficios y los riesgos de las vacunas de Pfizer y Moderna o de otras similares que puedan llegar en los próximos meses?

R.- Las dos son muy parecidas en su diseño y resultados. Ambas se basan en ARN mensajero [molécula que da instrucciones a las células para que fabriquen la proteína S del coronavirus y se genere una respuesta inmunitaria] que tiene que estar protegido porque es muy inestable. Eso dificulta las condiciones de conservación, sobre todo de la vacuna de Pfizer. Las dos tienen un perfil de seguridad altísimo porque, como urgía su desarrollo, se reclutó a más personas para los ensayos, que se han realizado con 5-10 veces más voluntarios que en otras vacunas. Llevamos desde mediados del siglo XX analizando las vacunas, su seguridad y sus efectos adversos. Son medicamentos que están más vigilados porque casi son los únicos para personas sanas. Las reacciones adversas se dan entre 6 semanas y dos meses después de recibir la dosis. Efectos a largo plazo no se han descrito prácticamente para ninguna vacuna. En resumen, estas son seguras y no tienen ningún efecto grave, al menos de acuerdo con los resultados en los más de 20.000 y 15.000 voluntarios vacunados por Pfizer y Moderna, respectivamente. Si hay un efecto adverso que solo ocurre en una persona de cada millón, obviamente aún no lo sabemos, por eso hay un plan de monitorización en el tiempo. Ahora se acaba de detectar que las reacciones alérgicas muy fuertes se dan en una de cada 100.000 personas vacunadas, y por ello se exige que los profesionales que vacunan estén preparados para neutralizarlas.

P.- ¿Qué diría respecto a su eficacia?

R.- Las dos son muy eficaces a muy corto plazo. La eficacia se mide comparando a las 20.000 y 15.000 personas vacunadas con las 20.000 y 15.000 de los grupos de control, integrados por personas muy concienciadas que adoptan medidas de higiene, distancia, ventilación etc.; sin embargo, algunas, muy pocas, se exponen a la infección natural sin saberlo. De manera que los datos de eficacia están basados en menos personas, porque son pocas las que se han expuesto a la infección natural. Aun así, las dos vacunas han sobrepasado de largo las cifras a las que había que llegar para confirmar que su eficacia era buena. Su protección de los síntomas del coronavirus es muy alta, del 95%. Según pase el tiempo puede disminuir, pero para saberlo hay que esperar.

P: Según el último barómetro del CIS, una parte de la población española sigue siendo reticente a vacunarse. ¿A qué riesgos nos exponemos con estas vacunas?

R.- Estas vacunas de ARN mensajero son nuevas y pueden provocar reacciones atípicas los dos días posteriores a recibir la dosis. Esto no se considera un efecto adverso de la vacuna, sino un efecto directo de la inmunización. Las dos vacunas son bastante reactogénicas, pueden causar un malestar general con fatiga, dolor de cabeza, muscular y de articulaciones, escalofríos… No les sucede a todas las personas y nadie tiene que ir al hospital por ello, pero hay que saberlo. Con la segunda dosis pasa lo mismo y no hay que prescindir de ella para evitar las molestias.

P: Ambas vacunas constan de dos dosis, ¿por qué?

R.- Así se entrena al sistema inmunitario. Las vacunas le enseñan a reconocer al agente infeccioso, del que llevan una porción (en este caso, la proteína S) para que responda. La infección natural también entrena al sistema inmunitario, pero con un gran riesgo en forma de síntomas leves, graves o incluso la muerte. Las vacunas lo entrenan de una manera inocua salvo el malestar al que me he referido. La primera dosis pone en alerta a nuestros linfocitos –las células del sistema inmunitario–, y la segunda les proporciona una memoria inmunitaria más potente y duradera. De hecho, la segunda dosis produce como 50 veces más respuesta neutralizante del virus. Si queremos entrenar bien al sistema inmunitario, hay que ponerse las dos. Algo que me preguntan a menudo es si las personas que ya han pasado la covid-19 también deben vacunarse. La respuesta es ‘sí’. Aunque están bastante protegidas de la siguiente infección –cuando hay reinfecciones suelen ser más leves que la primera–, la vacuna les protege aún más.

P.- Sigamos con los riesgos. Hasta ahora ha hablado de todo lo que se sabe de estas vacunas, que es mucho, pero también hay interrogantes.

R.- Sí. Sabemos que protege del sufrimiento a las personas infectadas, pero no sabemos si también las protege de que se infecten. Esto puede sonar raro porque mucha gente cree que se vacuna para no infectarse. Eso es una falsa creencia o una simplificación. Te vacunas para no sufrir. Casi la mitad de las vacunas que ponemos a los bebés no les protegen de la infección, sino del sufrimiento, los síntomas y la muerte. Las vacunas de Pfizer y Moderna y otras que llegarán pueden proteger de la infección o no. Por ahora tenemos que fiarnos de lo observado en los ensayos preclínicos con animales; cuando se les vacunaba y luego se les infectaba, la vacuna no protegía de la infección porque había multiplicación del virus. Esto significa que puede no proteger de la infección a las personas vacunadas. Si es así, cuando se infecten sin desarrollar síntomas pueden ser tan contagiosas como cualquier asintomático. También puede ser que la infección se produzca a tan bajo nivel que no sean contagiosas. La incógnita se irá resolviendo según avancen las campañas de vacunación y se completen los ensayos clínicos.

P.- En los programas de vacunación, ¿están previstas medidas para testar si efectivamente las personas vacunadas contagian o no? ¿Esto se va a controlar de alguna manera?

R.- Primero se va a intentar controlar en los voluntarios del ensayo clínico de Pfizer. En una parte importante se comprobará si se han infectado, aunque no tengan síntomas. De ser así tendrán anticuerpos frente a proteínas del SARS-CoV-2, pero además las personas vacunadas tendrán anticuerpos frente a la proteína S. Entre los voluntarios del grupo placebo debe haber alrededor de un 30% de asintomáticos, algo similar a lo que ocurre en la población normal entre las personas que no están vacunadas. La pregunta es si entre los vacunados habrá también un 30% que muestre con los test de anticuerpos que estaba infectado. Eso querrá decir que la vacuna no protege de la infección; si hay menos, significará que protege parcialmente; si no hay ninguno, protegerá totalmente. Todo eso se está analizando.

P.- De momento, esta incógnita implica que tanto la población en general como la vacunada debe continuar adoptando las mismas medidas de protección.

R.- Efectivamente. Y habrá que esperar meses para constatar si la población no vacunada se está beneficiando de la vacunación de las personas de riesgo, entonces confirmaremos que no son contagiosas. Para ello hay que tener a toda la población de riesgo vacunada y comprobar que en circunstancias de poco control no proliferan los casos.

P.- Entonces estaríamos cerca de la inmunidad colectiva… ¿Se atreve a aventurar un plazo?

R.- La inmunidad colectiva se da cuando hay un grupo de personas vacunadas con una vacuna muy buena, que protege de la infección y por tanto baja la transmisión del virus, por lo que indirectamente protege también a las personas no vacunadas. Esa es la incógnita a la que nos enfrentamos y que va a ser difícil despejar. Aún no sabemos si estas vacunas son capaces de proporcionar inmunidad colectiva, no todas lo son.



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