COVID-19: El 60% de los pacientes desarrollan sintomatología neurológica

investigador en laboratorio estudiando Covid-19Redacción.- ¿Puede el SARS-CoV-2 infectar el sistema nervioso central?, ¿cuáles son los principales síntomas neurológicos que se han detectado en pacientes COVID-19?, ¿qué secuelas neurológicas puede dejar el SARS-CoV-2 en los pacientes que han superado el COVID-19? Estas son algunas de las principales preguntas a las que se ha tratado de dar respuesta durante la participación de la Sociedad Española de Neurología (SEN) en el 2º Congreso Nacional Multidisciplinar COVID-19 de las Sociedades Científicas de España, que se celebró la semana pasada en formato virtual y que contó con la participación de más de 70 sociedades científicas españolas.

Principales síntomas neurológicos del COVID-19

Tal y cm recoge la SEN, uno de los últimos estudios que se han realizado hasta la fecha señala que el 60% de los pacientes hospitalizados por COVID tuvieron síntomas neurológicos, aunque en el 85% de los casos fueron síntomas leves e inespecíficos.

La cefalea y la llamada ‘niebla mental’ son los síntomas neurólogos más habituales entre los pacientes post-COVID, además figuran ente las más persistentes.

“A lo largo de estos meses se han reportado en pacientes con COVID-19 numerosos síntomas neurológicos como dolor muscular, encefalitis, encefalopatías, mielitis, crisis epilépticas, neuropatías,… Pero los más reseñables por su alta prevalencia fueron la anosmia (perdida de olfato) y las cefaleas y, por su gravedad, los accidentes cerebrovasculares, como los ictus isquémicos, ictus hemorrágicos, o trombosis venosas cerebrales que se han producido”, destaca el Dr. Jesús Porta.

Se ha podido observar que la anosmia, además de ser un síntoma de buen pronóstico,  es uno de los síntomas más habituales en personas jóvenes, en mujeres y en personas con algún tipo de afección neurológica previa.  En la mayoría de los casos, esta anosmia se produce por la afectación de neuroepitelio olfativo y, en aquellos casos en las que la pérdida de olfato se prolonga más en el tiempo se cree que podría deberse a la neurodegeneración producida por las neuronas sensitivas-olfativas para evitar que el SARS-CoV-2  invada el sistema nervioso central, como mecanismo de defensa. Los pacientes se suelen recuperar de esta pérdida de olfato entre la 2ª y la 8ª semana, aunque en algunos casos esta recuperación puede llevar hasta 3 años. Si además de anosmia se desarrolla parosmia (distorsiones en el sentido del olfato, generalmente mal olor)  también es síntoma de un buen pronóstico.

La COVID-19 es la causante de un tipo de dolor de cabeza muy específico, parecido a la migraña, que se cronifica en un 10-20% de los casos.

Respecto a la cefalea, se ha descrito un tipo de dolor de cabeza muy específico y asociado al virus: de características opresivas, que empeora con la actividad y los movimientos de cabeza, que despierta por la noche a un 33% de los pacientes y que en ocasiones se acompaña de hipersensibilidad.

Menos frecuente, pero mucho más graves, son los casos de ictus que se han dado en pacientes COVID-19. Diversos estudios ya señalan que, en pacientes hospitalizados, existe un incremento de riesgo de ictus por COVID de alrededor de un 1-2% en el caso de ictus isquémicos y de un 4% en las trombosis venosas cerebrales.

Secuelas neurológicas de la COVID-19 o síndrome post- COVID-19

Un reciente estudio realizado en España señala que el 51% de pacientes que ha sobrevivido al COVID-19 han desarrollado secuelas que pueden prolongarse incluso 12 meses.  Los síntomas neurológicos alcanzan a un 12% de los pacientes post-COVID y entre ellos destacan sobre todo la cefalea y los problemas cognitivos (la llamada “niebla mental”). Aunque también son muy habituales otros no exclusivamente neurológicos como pueden ser la fatiga o el dolor muscular: más del 50% de los pacientes que han pasado la COVID-19 presentan fatiga y trastornos del sueño. Además, el dolor de cabeza, la fatiga y el dolor muscular figuran entre las secuelas más persistentes.

Los ictus producidos por la COVID-19 tienen un peor pronóstico, con una elevada mortalidad y discapacidad.



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