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Dr. Sergio Minué: «La casta líquida»
Hace unos meses comentamos en este blog la nueva película de los hermanos Dardenne, Dos días una noche, en la que el personaje interpretado por Marion Cotillard dispone de apenas 48 horas para conseguir que sus compañeros de trabajo renuncian a sus incentivos para así poder ella mantener su puesto de trabajo. Ese dilema cruel es el que ha planteado su empresa para seguir siendo rentable.
Desde un planteamiento diferente pero que en el fondo es el mismo, los servicios sanitarios españoles plantean implícitamente desde hace años un dilema semejante: es imprescindible que los nuevos contratos sean precarios, miserables, ejemplos evidentes de explotación y (en ocasiones ) extorsión, para que los que tenemos plaza «fija» podamos seguir disfrutando de nuestras condiciones de vida.
Y todos nosotros, los que tenemos de momento la estabilidad garantizada, no solo no cuestionamos ese dilema tramposo, sino que empleamos todas nuestras armas para que la situación no cambie.
Juan Hernández Yañez comentaba en el último post que cuando hablamos de la «casta médica» nos referimos solo a la casta sólida, la que constituye los cuerpos de dirección de colegios, sociedades científicas y sindicatos, pero nunca a lo que llama la «casta líquida», en sus propias palabras «esa mesocracia médica conformada de manera magmática y solidaria por las jefaturas de servicio (o departamento, si es que quedan) que al final son los que deciden de facto el funcionamiento real del sistema».
El concepto de liquidez de Bauman hace referencia al hecho de que «las formas sociales (las estructuras que limitan las elecciones individuales) ya no pueden mantener su forma por más tiempo porque se descomponen y se derriten antes de que se cuente con el tiempo necesario para asumirlas». Bauman señala en Tiempos Líquidos que » la exposición de los individuos a los caprichos del mercado laboral y de bienes suscita y promueve la división y no la unidad; premia las actitudes competitivas , al tiempo que degrada la colaboración y el trabajo en equipo al rango de estratagemas temporales que deben abandonarse o eliminarse una vez se hayan agotado sus beneficios».
Para todos es fácil cargar la culpa a los «de arriba» (ya sean consejerías, sociedades o colegios) eludiendo la parte de responsabilidad individual que tenemos todos en el mantenimiento de esta situación indigna. Difícilmente van a cambiar las cosas, y poder aspirar a tener un trabajo estable y digno todos los que están fuera del sistema, sin la implicación real de los que estamos dentro. Sin nosotros ningún cambio es posible, solo profundizar en este estado de demolición más o menos controlada. Pero por desgracia preferimos como Bartleby, no hacer nada, intentando convencernos de que «siempre ha sido así», de que «cada palo debe aguantar su vela», mientras nosotros seguimos cumpliendo nuestro horario (en el mejor de los casos), y viajando a costa de la industria farmacéutica, lamentándonos eso sí de las ineficiencias del sistema. En definitiva, (como señala Juan) determinando lo que nunca cambiará, con nuestras «microdecisiones» de cada día.
En otro de sus libros imprescindibles ( 44 cartas desde el mundo líquido) Bauman escribe: «la no acción también cuenta como acción; aceptar plácidamente el mundo y cooperar en las fechorías que se acumulan es también una elección, al igual que la protesta y la resistencia activa contra las desigualdades endémicas al modo de vida que el mundo nos apremia a seguir obedientemente». Comenta en esa carta (Destino y carácter) los trabajos de la socióloga Nechama Tec sobre el análisis de los factores que llevaron a algunos de los testigos del Holocausto a salvar la vida de las víctimas arriesgando la suya. Y no encontró ninguna razón , más allá de que no podían comportarse de otra manera.
«Entre las aceptación resignada y una decisión valiente de desafiar la fuerza de las circunstancias media el carácter» escribe Bauman. Preguntarnos sencillamente si la situación es aceptable moralmente. La actual, evidentemente, no lo es. Y la responsabilidad de que siga así es fundamentalmente nuestra. De la casta líquida.