El 30% de los niños menores de 5 años presentan problemas y/o alteraciones del sueño

El sueño en los niños y adolescentes es un proceso complejo en el que intervienen factores biológicos, psicológicos y sociales. Además, influyen elementos de vulnerabilidad en la vida cotidiana: estimulación luminosa artificial, obstáculos para el contacto y apego con los padres, y horarios sociales, principalmente escolares, que entran en colisión con sus necesidades biológicas.

Por tanto, “los problemas de sueño no son solo un problema del ámbito familiar y médico, sino que también tiene una influencia importantísima el contexto social en el que viven los niños y adolescentes”, aclara el Dr. Gonzalo Pin, coordinador del Grupo de Trastorno del Sueño de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP). Además, “los problemas de sueño son muy frecuentes y llegan a ser un motivo de preocupación importante para los niños, los adolescentes y sus familias”, apunta el Dr. Ramón Ugarte, coordinador del Grupo de Trastorno del Sueño de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap).

Trastorno del sueño, una patología de noche y de día

El problema principal de los trastornos del sueño es que no afectan exclusivamente al periodo nocturno de los niños y adolescentes, ya que sus efectos se manifiestan también durante el día, pudiendo generar en muchos casos alteraciones en el comportamiento (déficit de atención, irritabilidad), aprendizaje (fracaso escolar), riesgo de accidentes y efectos negativos sobre el crecimiento y desarrollo (obesidad y fallo de medro). Además, en el caso de los trastornos del sueño en niños pequeños, “pueden ocasionar problemas en la vida familiar con repercusiones en la salud de los padres, especialmente en la madre (depresión)”, especifica el Dr. Pin.

Datos de frecuencia de las alteraciones del sueño

La frecuencia de los trastornos del sueño en los niños y adolescentes españoles es muy alta, de manera que “una cuarta parte de ellos, de forma aguda o crónica, pueden verse afectados”, señala el Dr. Ugarte. Hasta la actualidad, que se han publicado los resultados del Estudio Epidemiológico de los Trastornos del Sueño en Niños y Adolescentes de la Comunidad Valenciana, no se disponía de datos concretos en España.

De manera general, en niños menores de 5 años, se estima que aproximadamente un 30% presentan problemas y/o alteraciones del sueño de diverso orden. A continuación, vamos a explicar los resultados más importantes del estudio epidemiológico de la Comunidad Valenciana y de algunos otros estudios anteriores que aportan AEPap y SEPEAP.

El problema del insomnio y los despertares

En una muestra de 454 niños menores de tres años de la Comunidad Valenciana, la evolución de la sensación de insomnio infantil por parte de sus padres/tutores, aumenta progresivamente desde los 6 meses a los 3 años, alcanzando prácticamente el 20% de la muestra a los 3 años.

Si bien es cierto que todos los niños se despiertan, aproximadamente el 20-40% de los niños de 6 meses a 7 años se despiertan durante la noche y necesitan ayuda para volverse a dormir; y de ellos, el 13-20% con despertares al menos 5 noches por semana.

Una revisión de diferentes estudios muestra que entre el 13 y el 27% de los padres de niños de entre 4 a 12 años de edad, denuncian la presencia de dificultades con el sueño: resistencia a acostarse, ansiedad en el momento de acostarse, inicio de sueño retrasado, colecho de respuesta a las demandas de los niños, ronquido, enuresis, despertares nocturnos, pesadillas, terrores del sueño, sonambulismo, despertar matinal precoz y excesiva somnolencia diurna.

Estos problemas suelen ser estables a lo largo de la infancia, de manera que, un niño con dificultades del sueño a los 8 meses, probablemente continuará mostrando dificultades con el sueño hasta los 3 años de edad, y aquellos con problemas a los 2 años continuarán teniendo dificultades con el sueño hasta los 12 años de edad.

En la encuesta realizada, menos del 50% de los niños de 6 a 12 meses de edad se dormían de manera autónoma; el 18,6% de los menores de 6 años presentaban despertares por noche al menos 3 noches por semana; y un 11,3% presentaban una latencia de sueño mayor de 30 minutos. En esta misma encuesta, el 52,8 % de los adolescentes valencianos de 14-15 años de edad, acudían a clase habiendo dormido menos de 8 horas; y de ellos, un 17% mostraban síntomas de excesiva somnolencia diurna.

Según estos datos, un 27% de los niños de 5 a 12 años valencianos tienen problemas a la hora de irse a la cama; un 11,3% tienen los periodos de latencia excesivamente largos; un 6,5% presentan despertares nocturnos; un 17% tienen dificultades al levantarse por la mañana; y un 17% fatiga relacionadas con alteraciones del sueño.

En adolescentes (17-18 años), un 16,5% son malos durmientes (19% mujeres y 11,7% varones); y estos se asocian con factores emocionales, mala higiene del sueño y ciertas parasomnias.

Por otro lado, el 38,5% de una muestra de adolescentes de la ciudad de Cuenca refiere mala calidad subjetiva del sueño, y un 23,1%, una latencia de sueño mayor de 30 minutos de manera habitual.

Déficit crónico de sueño

De manera subjetiva, en la muestra aleatoria de toda la Comunidad Valenciana, el 34,5% de los preadolescentes de 13 años opinaban que dormían menos de lo necesario de manera habitual (al menos 5 días a la semana), y el 24 % de ellos no se sentían descansados al levantarse.

Los datos apuntan que los niños padecen un déficit de horas de sueño desde el inicio de su evolución. En esta muestra y según sus padres/tutores, el 24,6% dormía menos de 11 horas diarias.

En este mismo estudio, los niños de 24 a 36 meses de edad veían reducida por diversas razones su oportunidad de dormir la siesta: un 16% ya no lo hacían, un 80% realizaban sólo una siesta al día y un 4% realizaban dos diarias.

Consecuencias del déficit de sueño

El 51,9% de los niños de 6 a 15 años de la Comunidad Valenciana (N= 606) tienen sensación de excesivo sueño por el día al menos 3 veces a la semana, y el 4,21% de los mismos tienen problemas para mantenerse despiertos en clase de manera habitual (más de 3 días a la semana).

Por último, en niños de 6 a 13 años, 1 de cada 5 se levanta cansado, existiendo una clara coexistencia entre somnolencia excesiva diurna y dormirse mientras ven la TV.

Situación actual de los trastornos del sueño

La percepción histórico-social de los problemas del sueño en niños y adolescentes como un asunto propio de la fatalidad, unido al poco interés que estas alteraciones suscitaron hasta finales del siglo pasado en el ámbito pediátrico, tanto a nivel científico como docente, “puede hacer pensar de manera errónea que carecen de tratamiento y menos de prevención, generando una proclividad a la resignación, que es de todo punto injustificada. La investigación médica en este campo en los últimos años, junto con el mayor acceso a la información por parte de las familias, ha hecho que esta situación haya sufrido un cambio muy importante”, explica el Dr. Ugarte.

En este sentido, según el Dr. Pin, “el pediatra de AP es el profesional de la salud, junto con la enfermería pediátrica, que mejor conoce al niño, al adolescente y a su familia; y es en este contexto donde se pueden detectar, tratar o derivar los problemas de sueño, y lo que resulta más importante, donde se pueden establecer pautas para evitar en buena medida estos problemas”.

Mayor control de la enfermedad

Los trastornos del sueño en niños, especialmente los trastornos respiratorios, el insomnio y la excesiva somnolencia diurna, no tienen una remisión espontánea en muchos casos, de manera que “pensar que estos problemas se pasarán solos es una actitud totalmente equivocada que no favorece a la salud de los niños”, puntualiza el Dr. Pin.

Además, son muchas las enfermedades que alteran el sueño (asma, dermatitis, trastorno por déficit de atención e hiperactividad, etc.) y que favorecen la persistencia de los síntomas de estas enfermedades “dando lugar a un círculo vicioso que no se resuelve si no se trata la enfermedad de base y los trastornos del sueño”, finaliza el Dr. Ugarte.

Conclusiones y propuestas finales de AEPap y SEPEAP

•Una adecuada formación pregrado y postgrado de los trastornos del sueño en los profesionales de la salud infantil, mejorar la información a las familias y a los adolescentes, de hábitos que favorezcan un sueño de más cantidad y calidad, junto con medidas sociales relativas a horarios escolares, son las recomendaciones más importantes por parte de los pediatras de AP.
•Además de los trastornos del sueño, existen procesos patológicos, algunos frecuentes como son los trastornos respiratorios durante el sueño, que requieren un abordaje multidisciplinar con la participación de pediatras, expertos en sueño, otorrinolaringólogos, anestesistas y ortodoncistas.
•Estos trastornos requieren de personal y equipamiento técnico para un correcto diagnóstico y tratamiento, que actualmente está muy limitado en nuestro país.
•La obesidad infantil, epidemia del siglo XXI, es una entidad multifactorial en la que un sueño insuficiente es un factor importante. La televisión, Internet, videoconsolas, teléfonos móviles y todo aquello que supone una estimulación lumínica prolongada favorece que el sueño sea de menor duración y peor calidad.
•Los horarios escolares no se ajustan a las necesidades biológicas de muchos niños. A los niños pequeños se les impide dormir la siesta cuando lo necesitan y a los adolescentes se les obliga a madrugar con un sueño insuficiente y con una somnolencia diurna habitual que propicia el fracaso escolar y los accidentes.



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