Toxoplasmosis

El agente causal es el Toxoplasma gondii, un protozoo que parasita frecuentemente al hombre, cuyo hospedador definitivo es el gato, y que posee un amplio rango de hospedadores intermedios. La adquisición de la infección por el mamífero hospedador intermediario puede ser por: ingestión de quistes u ovoquistes, por vía transplacentaria, y por contacto directo con trofozoítos. El gato, hospedador definitivo, puede infectarse mediante la ingestión de quistes o de ovoquistes. La ingestión de quistes va seguida de una parasitemia con cronificación posterior de la infección. Este proceso suele producirse sin manifestaciones clínicas aparentes y sólo excepcionalmente se manifiesta como enfermedad. La gravedad del cuadro depende sobre todo del estado general, de la edad del paciente y del inóculo que produce la infección.

Infección en el adulto normal: la manifestación clínica más frecuente es la forma linfática o ganglionar. Después de un periodo de incubación, aparece fiebre, cefalea, astenia, dolores musculares, rinofaringitis y exantema. Las adenopatías, asintomáticas, pueden ser únicas o múltiples y superficiales o profundas.

Infección en el hospedador inmunodeprimido: la toxoplasmosis se manifiesta como una complicación grave. Las manifestaciones clínicas más frecuentes pueden ser: encefalopatía, miocarditis necrosante y neumonía intersticial.

Infección en el embarazo: se considera que la transmisión de la infección de la madre al feto se produce por vía sanguínea durante la parasitemia que desarrolla la embarazada en casos de infecciones agudas.

Infección congénita: el desarrollo fetal se afecta globalmente y el T. Gondii está en casi todos los tejidos. La infección congénita se clasifica de cuatro formas:
– Enfermedad neonatal: la infección suele ser grave si es reconocible clínicamente en el neonato, predominando los signos de afectación general y del SNC.

– Enfermedad del lactante: La infección se manifiesta semanas, meses o años mas tarde. Las secuelas suelen ser oculares y neurológicas.

– Infección subclínica: La mayoría evolucionan sin desarrollar signos típicos de infección, y sólo se detecta en los niños un ligero retraso mental y un grado bajo de inteligencia.

– Formas oculares: la forma ocular exclusiva es quizá una de las más frecuentes. Se observan lesiones coriorretinianas.



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