Cirrosis Hepática

La cirrosis alcohólica suele manifestarse en la quinta década de la vida, sobre todo si lo hace sin historia previa de hepatitis alcohólica. La mayoría de los pacientes son diagnosticados al presentar complicaciones propias de la cirrosis.

El tamaño del hígado varía en función del grado de fibrosis, la inflamación o la infiltración grasa.

Clínicamente, la cirrosis alcohólica no se diferencia del resto de las cirrosis, aunque existen alteraciones acompañantes secundarias al alcoholismo. Los síntomas más comunes son la pérdida de peso, la debilidad muscular y la anorexia. Muchos presentan ictericia y es frecuente la febrícula. La hepatomegalia es habitual y suelen existir signos de hipertensión portal con esplenomegalia, eritema palmar, telangiectasias, arañas vasculares, hipertrofia parotídea, contractura de Dupuytren, ginecomastia, ausencia de vello y atrofia testicular. Es frecuente que el paciente presente como primera manifestación signos de descompensación, como ascitis, encefalopatía y hemorragia por varices esofágicas o gástricas.



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