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Artritis Infecciosas
Cualquier agente infeccioso puede afectar a las articulaciones. Podemos dividir las artritis infecciosas en: artritis bacterianas, espondilodiscitis, enfermedad de lyme, tuberculosis osteoarticular, artritis víricas y artritis por hongos.
Artritis Bacterianas: Las bacterias penetran en la articulación por vía hematógena, como consecuencia de una bacteriemia, por contigüidad a partir de una infección adyacente o por inoculación directa. Los agentes causales más frecuentes son: Neisseria gonorrhoeae, Staphylococcus aureus, Estreptococos, Bacilos gramnegativos, Pseudomonas aeruginosa y Estafilococo. Suele manifestarse en forma de monoartritis aguda, aunque a veces puede afectar dos o más articulaciones, las más frecuentes son rodillas, caderas, hombros, tobillos y codos. La mayor parte de los pacientes tiene fiebre. La articulación afectada está inflamada, caliente, eritematosa, muy dolorosa y con limitación de la movilidad.
Espondilodiscitis: Infección del cuerpo vertebral y disco adyacente. Excepto en las infecciones postoperatorias, la espondilodiscitis se produce por diseminación hematógena, la infección se inicia en el hueso y se propaga al disco. Su causa más frecuente es el S. Aureus. El síntoma mas constante es el dolor, por lo general sin irradiación radicular, de carácter inflamatorio, continuo, intenso, llegando a veces a impedir la marcha e interfiriendo en el sueño.
Tuberculosis Osteoarticular: Se produce por reactivación de un foco infeccioso latente y más raramente por diseminación hematógena a partir de otro foco tuberculoso activo. Se afecta la columna (enfermedad de Pott), y las articulaciones periféricas, caderas y rodillas.
Enfermedad de Lyme: Infección sistémica producida por una espiroqueta, Borrelia burgdorferi. Se adquiere la enfermedad por la picadura de una garrapata. La mitad de los enfermos presentan artritis intermitente de grandes articulaciones y unos pocos pueden desarrollar artritis crónica.